«Donde dije digo, digo Diego», así es como se traducen las últimas declaraciones del consejero de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha, Francisco Martínez Arroyo.
Ahora reconoce que: «la ganadería industrial no es la mejor forma de crear empleo, como tampoco lo son los megaparques solares» cuando siempre nos ha vendido las macrogranjas como un sistema de producción sostenible, respetuoso con el medio ambiente, generador de empleo y de fijar población en el medio rural. Y aun reconociendo que la ganadería industrial no crea prácticamente empleo y el que crea es de poca calidad, la Junta de Comunidades los sigue autorizando a diario en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha.
Además, ha matizado: “Me gustaría que en los municipios más pequeños hubiera otros proyectos empresariales, pero lamentablemente no los hay”. Algo que tampoco es así, proyectos empresariales, claro que los hay, pero hay que promoverlos, como sí están haciendo con el sector ganadero intensivo, al declararlo de nuevo sector estratégico en esta región. Un claro ejemplo, lo tenemos en Soria, ahí la Diputación está fomentando proyectos para conectar emprendedores que quieran comenzar una nueva vida en un entorno rural y desarrollar proyectos locales, sociales, sostenibles e innovadores.
También dice que el problema es que «la ganadería intensiva es rentable«. Y sí rentable para las integradoras, que son quienes se llevan el dinero, y se están haciendo de oro, un claro ejemplo lo tenemos con INCARLOPSA.
Esta empresa se ha beneficiado de las sustanciosas subvenciones recibidas, gracias a las modificaciones, que hizo el propio gobierno regional en 2015, de los criterios establecidos para acceder a las ayudas de la línea de la FOCAL, levantando las restricciones a grandes empresas, es socia de ICPOR, principal promotora de los proyectos en la provincia de Cuenca.
Y mientras que unos se enriquecen, en nuestros municipios nos dejan los residuos o dicho claramente la mierda que producen, sin saber cómo gestionar los mismos.
Reconoce que: «Estamos trabajando desde el punto de vista técnico en el tamaño máximo de las explotaciones ganaderas en Castilla-La Mancha«. Y la verdad que esas limitaciones ya las marca una Ley estatal y están en 720 UGM la capacidad máxima de las explotaciones porcinas, pero aquí en Castilla-La Mancha, en vez de limitarlas, hacen uso de esa habilitación que permite la misma Ley a las comunidades autónomas para que, a través de su órgano competente, puedan ampliar hasta un 20 por 100 la capacidad de las explotaciones, llegando a las 864 UGM de capacidad máxima.
Y si no se impulsara el modelo de granjas intensivas como dice, ¿Por qué lo han declarado una vez más sector estratégico? Junto con leyes cada día más laxas, que se aprueban en esta región beneficiando cómo no, al sector cárnico.
Y no es de extrañar que tengamos «una densidad inferior a la media nacional, muy, muy inferior a lo de Murcia, Aragón o Cataluña«, puesto que, si nos remitimos a los datos de las Encuestas Ganaderas del Gobierno de España, estas reflejan un censo de aproximadamente 2.300.000 cerdos menos de los que en realidad hay en la región. Un censo que dada la falta de transparencia no está actualizado en la web regional.
Y sí en estos momentos «hay una normativa«, pero desgraciadamente no se cumple. Se están aprobando proyectos sin un plan de gestión de purines, sin concesión de aguas, en zonas ZEPA o en Red Natura 2000 o incluso se están regularizando explotaciones mediante las denominadas «modificaciones no sustanciales» con las que también están intentado colar hornos incineradores de cadáveres.
También reconoce que las macrogranjas contaminan: «…no digo que no contaminen, pero ni mucho menos es lo que se está diciendo«. Y la verdad que esa contaminación, no solo lo decimos las asociaciones y plataformas ciudadanas lo dijo el pasado verano la Comisión Europea que dio un ultimátum a España para que afrontara, de una vez por todas, la contaminación de las reservas de agua subterráneas por nitratos, residuos de origen ganadero producidos especialmente por la industria agroalimentaria.
Y desde las plataformas y asociaciones vecinales, no criticamos todo lo que se hace. Somos realistas y vemos que a la región la están convirtiendo en un estercolero de purín, y nos llevará dentro de poco a no poder beber agua del grifo como ya sucede en muchos municipios de Murcia, Cataluña, Aragón. Y por supuesto, no lo vamos a permitir.